El 19 de marzo de 1911, se celebró por primera vez el Día Internacional de la Mujer en Austria, Alemania, Dinamarca y Suecia. Se cumplen hoy 100 años de aquélla reunión de miles de mujeres que reivindicaban el derecho al voto femenino, como primer paso para la inclusión de las mujeres en la vida pública. La decisión de convertir el 8 de marzo en fecha emblemática para las mujeres, fue idea de Clara Zetkin, líder del movimiento alemán de mujeres socialistas, quien en 1910 presentó su inquietud sobre el voto femenino en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague, Dinamarca.
De la auténtica lucha por los derechos de las mujeres hemos pasado a la utilización de los temas de género con fines políticos.
El centenario de la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, debiera obligarnos a replantear las reivindicaciones feministas. Si es que se debe llamar así a la defensa de los derechos de la mujer. Porque si feminismo es la defensa de los derechos de la mujer y machismo la postura que antepone los derechos del hombre, ambas corrientes están equivocadas.
Es necesario encontrar una postura incluyente, más que excluyente, la defensa del ser humano en general, sin importar la parte que lo defina como hombre o mujer. Humanismo como convicción de vida, como fundamento ideológico por encima de posturas políticas y religiosas.
El humanismo defiende los derechos del ser humano, sea hombre o mujer. Desde las tendencias actuales de izquierda se defiende un modelo de igualdad que perjudica más que beneficiar al desarrollo de la mujer, pues plantea una lucha de la mujer contra el hombre, como si éste fuera el culpable de todos los males.
Como no puedo desprenderme de mi identidad mientras escribo, me confieso mujer, madre, esposa, trabajadora, estudiosa, hermana, amiga, en un sistema que no me permite desarrollarme como a mí me gustaría.
Cualquiera que lea lo anterior pensará que soy machista y estoy de acuerdo con el dominio masculino en los ámbitos públicos. No es así, me gustaría que la mujer tenga el mismo derecho a desarrollarse en donde crea conveniente. Que tenga derecho a decidir quedarse en casa y cuidar a la familia o que pueda decidir desarrollarse en un puesto de trabajo en la esfera pública.
Estamos en un sistema machista, es cierto, sin embargo, ¿tienen la culpa de esto los hombres? Desde una apreciación simplista se puede llegar a la conclusión de que sí, pues les toca ejercer un dominio, por nacimiento les corresponde tener a su servicio a otro ser humano, que les atienda en las necesidades básicas, como alimentación, arreglo de la casa y la ropa. Sin embargo, creo que tan oprimidos están ellos como nosotras. Un hombre tampoco puede elegir libremente, cuanto más machista es una sociedad, menos libres son los hombres, les corresponde un rol y no pueden elegir ejercer otro.
No se trata entonces de demonizar a los hombres como suele hacerse cuando se habla del tema de género. Sobre todo, no se trata de la maldad de unos individuos y la bondad de otros. En todo caso es responsabilidad de los hombres y mujeres que nos precedieron, porque fueron ellos (y ellas) quienes fueron conformando la historia de la humanidad.
Quiero decir, en esta cultura patriarcal, donde el hombre tiene un desarrollo en la vida pública y la mujer cumple un rol de puertas hacia dentro, ambos roles son sumamente importantes, pero suponen una función determinada para cada uno de los géneros, que –a estas alturas de la historia- no tiene razón de ser.
Atrás, muy atrás quedó la idea de que la mujer tenía el cerebro más chico y no tenía la capacidad de razonar igual que el hombre, atrás quedó la prohibición de ejercer los derechos como ser humano para aquélla parte de la población que naciera sin falo. Ya se ha demostrado que el sexo no es determinante en la capacidad de un ser humano. Sí es determinante de ciertas cualidades específicas, pero no supone inferioridad ni superioridad.
El tema es extenso y complejo, demasiados factores a tener en cuenta. Sé que no es una postura políticamente correcta la que estoy planteando porque ahora se lleva hablar de los derechos de la mujer por encima de todo, de discriminación positiva y cuotas en los puestos públicos. No estoy de acuerdo con estas medidas que funcionan igual que el paracetamol para un cáncer, quizá alivien el dolor, pero no curan el verdadero malestar. Porque ¿para que quiere una mujer que la metan en un puesto para cubrir la cuota de género si no tiene guardería para dejar al niño y no podrá asistir? ¿Para qué queremos participar en la vida pública como cómplices de un sistema que pone por encima la ganancia, sin considerar el desarrollo humano?
El tema de género, como el de la inmigración, los derechos de la infancia, de la senectud y todos los demás grupos vulnerables se zanjarían si cambiáramos la base de nuestra sociedad y el desarrollo humano fuera lo más importante. En un sistema donde la persona (masculina o femenina) sea el centro de interés, los grupos vulnerables dejan de serlo, porque todos, absolutamente todos los humanos somos vulnerables, por una razón o por otra. Desafortunadamente, el modelo imperante, pone en segundo plano los derechos humanos, la ganancia es lo más importante, a partir de esta premisa, casi cualquier lucha está perdida.
Felicidades hoy y los días que restan del año a las mujeres trabajadoras, sin importar si ejercen el trabajo dentro de casa, fuera de casa o (como la mayoría) en ambos.
rmancinas@gmail.com
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